Lorena Hernández
A medida que van pasando los años apreciamos más tener salud, conocemos el dicho de que “la salud no tiene precio” y deseamos salud a quien estornuda, a quien acaba de nacer y a quien envejece. La cuestión es que anhelamos tener salud para poder disfrutar la vida, pero ¿es realmente así?
Aunque todos deseamos estar sanos, como profesionales sanitarios, ante una enfermedad, aconsejamos a nuestros pacientes o amigos y familiares que miren la vida desde el lado positivo, que sigan el tratamiento y que traten de distraerse, de desconectar. La cuestión es ¿cuál es el planteamiento correcto? ¿Desear tener salud para poder tener una vida plena? O ¿a pesar de nuestra salud, disfrutar de nuestra vida?
Obviamente, gozar de salud es lo idóneo, pero por supuesto no tenemos que renunciar a divertirnos cuando estamos enfermos, de hecho debemos buscar motivaciones y buenos momentos y los/as profesionales deben ser los principales precursores de esta perspectiva, e incluso podemos ir más allá, si nos damos cuenta que la diversión en sí misma puede ser una herramienta que, además de facilitar el afrontamiento de las enfermedades, realmente tiene un gran poder preventivo.
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